Hay personas que son más impulsivas que otras y esto puede afectar no solo a su equilibrio personal, sino también a las relaciones que tienen con los demás. El control de impulsos es muy importante para no dejarnos llevar por nuestras emociones y no arrepentirnos de algo que hemos hecho, ya que hay ocasiones en las que las apetencias nos dominan y nuestra impulsividad puede no dejarnos pensar en las consecuencias.
Problemas de la falta de control de impulsos
Podemos establecer impulsos de todo tipo, tanto buenos como malos. La dificultad para controlar cómo nos comportamos puede afectarnos en diversos aspectos. Las emociones, los pensamientos y los comportamientos, juegan un papel fundamental en los impulsos, así como la toma de decisiones. Y cuando una persona presenta problemas para controlar sus impulsos, suelen estar asociados a la regulación de uno o más de estos aspectos.
Esta falta de regulación provoca una marcada tendencia a mostrar ciertas conductas irreflexivas o que han sido poco meditadas, sin tener en consideración las posibles consecuencias que pueden tener.
La importancia del autocontrol
La falta de autocontrol puede generar malestar en la persona que sufre este trastorno y por eso es importante tratarlo para mejorar su calidad de vida. Además, como hemos comentado, este problema suele influir a la hora de relacionarse. Normalmente presenta falta de asertividad, por lo que puede presentar comportamientos agresivos e impulsivos.
Por otro lado, puede ocasionarnos conflictos con el entorno familiar y social, lo que provoca un deterioro de las relaciones personales. La autoestima puede verse empeorada, podemos abusar de alcohol o drogas o incluso tener problemas legales por el comportamiento. Por estos motivos es muy importante que las personas aprendamos a autocontrolarnos.
Técnicas de coaching para control de impulsividad
Las técnicas de coaching están dirigidas a que la persona que es impulsiva pueda tener el control de sus emociones y de sus actos.
1. Debemos identificar cuándo y dónde se dan estas situaciones.
2. Revisar las emociones y evitar los estímulos que nos pueden provocar este problema para aprender a manejar mejor nuestros impulsos.
3. Reflexionar y meditar, pensar alternativas para que nuestros actos no tengan consecuencias.
4. Aprender de nuestros errores.
5. Tolerar la frustración.
Acudir a terapia puede ayudar a solucionar el problema, ya que el experto se encargará de ofrecernos técnicas que permitan disminuir esta impulsividad y también podrá diagnosticar el posible trastorno que esté provocando este tipo de conductas. Por lo tanto, es muy importante apoyarnos en ayuda profesional si no podemos controlar este tipo de situaciones.
En definitiva, el control de impulsos es muy importante para relacionarnos correctamente con las demás personas, por lo que trabajar el autocontrol con técnicas de coaching es la mejor alternativa para saber cómo manejar nuestra propia conducta.