Los trastornos mentales son, en la actualidad, una grave preocupación social, ya que acarrean importantes problemas a nivel personal, social y económico.
Mejorar el conocimiento de las diferentes causas, incrementar las investigaciones sobre nuevos tratamientos farmacológicos y realizar eficaces intervenciones terapéuticas son una necesidad en todo el mundo. Así, aunque hasta hace algunas décadas eran problemas de salud poco conocidos y difícilmente tratables, en la actualidad poseemos un cada vez mayor conocimiento sobre ellos que nos abre nuevas puertas terapéuticas.
Qué son los trastornos mentales
Los trastornos mentales, considerados desde una perspectiva amplia, incluyen una gran variedad de manifestaciones fisiopatológicas que presentan todo tipo de síntomas (alteraciones en el pensamiento, emociones, conducta, relaciones sociales…). La depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otras psicosis entran dentro de este grupo de patologías.
Qué son los trastornos mentales orgánicos
Los trastornos mentales orgánicos son definidos en el CIE-10 (la décima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades) como como un conjunto variado de desórdenes conductuales y psicológicos originados por una pérdida o una alteración, estructural o funcional, del tejido cerebral.
Podemos clasificarlos en primarios (aquellos que se producen por un daño cerebral directo, como una lesión traumática) y secundarios, derivados de otras enfermedades sistémicas u orgánicas (como los originados por el abuso del alcohol u otras drogas psicoactivas).
Dentro de los desórdenes orgánicos podemos citar la demencia, el delirium tremens, el síndrome amnésico orgánico, la alucinosis orgánica, el trastorno esquizofreniforme orgánico y el trastorno afectivo orgánico. También existen diversos trastornos de personalidad o del comportamiento que tienen su origen en algún daño cerebral.
La sintomatología básica común que podemos especificar incluye:
– Existencia de una alteración de la conciencia, ya sea en el área de la atención o de la orientación de la persona.
– Modificaciones cognoscitivas que se producen habitualmente (deterioro intelectual, de la memoria, del juicio, de la comprensión, etcétera).
– Aparición de variaciones bruscas en las emociones, en forma de labilidad emocional o falta de control.
Cada enfermedad, sin embargo, presenta síntomas particulares que la distinguen del resto; por ello, cada terapia debe ser específica y lo más personalizada posible.
Posible abordaje terapéutico
La evidencia de una alteración orgánica subyacente al trastorno mental implica un tratamiento necesariamente multidisciplinar. Desde el punto de vista médico se ha de intervenir para restaurar, en la medida de lo posible, la causa profunda. Pero, además, por las consecuencias que provocan será necesario un abordaje psicoterapéutico y psicosocial.
Dentro de este grupo merecen especial atención las enfermedades neurodegenerativas (como las demencias), que requieren de tratamientos de tipo neuropsicológico. Para ello es necesario que trabajemos la estimulación cognitiva: atención, memoria y psicomotricidad.
En conjunto podemos decir que los trastornos mentales orgánicos son un reto médico, psicológico y social, que deben analizarse de forma integral desde la neurología, la psiquiatría y la psicología.