Los estereotipos juegan un papel fundamental en nuestros juicios sobre los demás. Es habitual guiarnos por ellos casi sin darnos cuenta, dejándonos influenciar tanto para bien como para mal.

¿Qué son los estereotipos?

El origen del concepto procede de la impresión del molde de plomo que se utilizaba en la imprenta para sustituir al objeto original. A partir de ahí surgió la metáfora sobre el posible efecto que un conjunto de ideas preestablecidas podía llegar a tener, incluso de un lugar a otro.

Actualmente se considera que un estereotipo es la unión de ideas, creencias, actitudes y opiniones preconcebidas que hemos asimilado mediante la influencia cultural. Es decir, es aquello que creemos o pensamos sobre algo o alguien sin apenas conocerlo personalmente. Es una construcción creada por los conocimientos populares y culturales que nos llegan de nuestro entorno.

Tienen la capacidad de hacer más visibles las semejanzas dentro de un grupo y hacernos sentir que pertenecemos a algo valioso. Pero, por otro lado, cuanto más se acentúan las condiciones de similitud con nuestro entorno, más palpables se hacen las diferencias con el resto. Y los estereotipos que marcan diferencias con otros grupos de individuos pueden ser poco objetivos y producir rechazo a lo diferente.

Cómo influyen en nuestra conducta

Los estereotipos suelen influir en nuestra conducta de manera decisiva debido al gran valor de veracidad que solemos atribuirles. Es decir, la mayoría de las veces estas ideas están presentes en nosotros casi de forma automática cuando respondemos u opinamos ante una situación. Determinan muchas de nuestras conductas y decisiones, adoptando una función informativa sobre determinados hechos o sucesos.

Normalmente, estos esquemas sirven para tomar decisiones sobre nuestras relaciones con los demás. Funcionan como mediadores facilitando que tomemos unas posturas u otras ante lo que ocurre a nuestro alrededor. En ocasiones, son positivos pues nos ayudan a ser precavidos o a tener una idea previa sobre una situación novedosa. Pero, a veces, pueden resultar negativos si nos predisponen a juzgar a otras personas y sus ideas o formas de actuar. Y pueden convertirse en un lastre si no nos permiten ser capaz de aceptar otros puntos de vista o desarrollar empatía.

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Una de las cuestiones más importantes en relación con el estereotipo es la discriminación. Muchas veces surge como consecuencia de estos preconceptos, y es importante saber detectarla para evitar que esto ocurra cuando es de tipo negativo. Por ejemplo, cuando se crea una alarma social relacionada con algún colectivo social, solemos hacer generalizaciones. Las generalizaciones negativas hacia otros grupos suelen enmascarar actitudes hostiles y pueden evitar que seamos objetivos ante determinadas situaciones. Por tanto, aunque podemos decir que cumplen una función social importante, no debemos olvidar que no constituyen una verdad absoluta.

Por todo lo dicho, tengamos precaución a la hora de dejarnos arrastrar por los estereotipos en nuestras relaciones humanas.