Durante nuestra vida, todos hemos tenido que sufrir alguna experiencia dolorosa que nos ha costado tiempo y esfuerzo resolver. De lo que quizás muchas personas no son conscientes es de que esos acontecimientos pueden dejar heridas. Y al igual que las heridas físicas necesitan cura, las heridas emocionales también.
¿Cómo se producen las heridas emocionales?
Este tipo de heridas hace su aparición después de que una experiencia nos genere algún sentimiento negativo intenso que no sabemos gestionar. Lo habitual es que se produzcan en la infancia o como consecuencia de relaciones sentimentales.
Las primeras pueden llegar a ser tan intensas que condicionan nuestro desarrollo y nuestro avance en la vida. Se producen por cuatro razones principales:
– Se subestiman nuestros miedos. Es habitual que, como niños, tengamos miedo a lo desconocido. Si eso no se resuelve de forma adecuada, podemos crecer con miedo a los cambios y muchas inseguridades.
– El bullying o cualquier tipo de humillación o violencia nos hará crecer con una menor autoestima y tendencia a la depresión.
– Sentirnos rechazados o que personas importantes para nosotros nos fallen nos hará crecer minusvalorándonos. Será fácil que incluso nos guste aislarnos de los demás.
– Que no nos protejan frente a nuestros miedos podrá causar que seamos adultos dependientes emocionalmente e inseguros.
En el caso de las heridas emocionales derivadas de relaciones sentimentales, suelen surgir tras relaciones fallidas. Son especialmente importantes tras finales inesperados, trágicos, periodos en los que sufrimos mucho o infidelidades. Tras varias relaciones así, nos sentiremos inseguros y temerosos.
Cómo superar las heridas del pasado
La buena noticia es que todas estas heridas pueden superarse. Para ello, debemos ser conscientes de que las tenemos y afrontarlas. Una de las mejores maneras de hacerlo es siguiendo estos cuatro pasos:
1. Observar la herida y ser conscientes de que existe. Asimilar que algo nos ha hecho daño nos ayudará a aceptarnos como somos y a buscar la manera de sanarnos para mejorar. Además, debemos confiar en que todo nos enseña algo positivo.
2. Tener en cuenta que lo que hacemos a los demás nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. La comprensión, la compasión o la paciencia hacia otras personas alimentará nuestro bienestar. No podemos esperar que otros suplan nuestras carencias, sino que debemos tomar las riendas.
3. Saber que enfadarnos con quienes provocaron nuestras heridas emocionales no es malo. Debemos perdonarnos por sentirnos así y, tras aceptar nuestro enfado con esas personas, pasar a perdonarlas también.
4. Ser conscientes de que muchas veces llevamos corazas o máscaras para protegernos de ese dolor. Una vez que lo aceptemos y veamos que, en realidad, no es necesario, podremos quitárnoslas y sanar.
Por último, es importante que sepamos que a veces necesitaremos ayuda para deshacernos de esas heridas emocionales. Consultar con un psicólogo nos ayudará a continuar nuestra vida de mejor manera.