La adaptación autodestructiva es lo que nos hace acostumbrarnos a las cosas que nos dañan. Cuando esto ocurre, estamos ante un problema: la normalización del sufrimiento. Los seres humanos tenemos una capacidad innata de adaptación; somos capaces de adaptarnos a las condiciones más extremas, llegando incluso a verlas como algo habitual. Pero, ¿por qué soportar estas situaciones que tanto daño nos hacen?

Qué es la adaptación autodestructiva

Existe un tipo de personalidad autodestructiva que se caracteriza por una elección recurrente de situaciones que terminan por dañarnos. En 1995 el psicólogo Theodore Millon señaló que este tipo de personas son las que terminan en medio de situaciones dañinas. No se sabe bien por qué, pero habiendo mejores opciones se inclinan por proyectos condenados al fracaso. El hecho de elegir situaciones que nos resultan dañinas nos conduce a la frustración, a la decepción y al fracaso.

La «compulsión por la repetición» es típica en este tipo de situaciones que nos ocupa. Nos centramos en repetir las relaciones que nos evocan un pasado doloroso. A base de repetir patrones en nuestro comportamiento terminamos por vivir como algo corriente una situación que no lo es en absoluto. Vemos normal una situación de dolor o sufrimiento extremo, y la damos por correcta. Cuando se repite de manera constante, se puede convertir en la única realidad para quien la vive.

Cómo evitarla

Cuando nos vemos envueltos en una situación tóxica, no somos capaces de analizarla de forma objetiva e imparcial. Es de vital importancia saber escuchar la opinión de otras personas. Ello nos ayudará a ver la situación desde una perspectiva distinta. Así seremos más capaces de evaluar lo que nos ocurre de manera racional.

Artículo relacionado  Cómo reacciona un narcisista al rechazo

Una técnica muy eficaz consiste en imaginar que un ser querido se encuentra en nuestra misma tesitura. Pensando que somos los encargados de darle consejo y hacer que cambie su visión de la situación, hay que elegir bien lo que le diríamos. Con esta técnica conseguimos poner cierta distancia psicológica para ver con más claridad lo que nos ocurre. Como resultado, conseguimos alejarnos de esa situación de dolor que tanto daño nos hace.

Por otra parte, es fundamental que reforcemos nuestra autoestima. Si caemos en un bucle de adaptación autodestructiva, en algún momento nuestra autoestima se resentirá. Una baja autoestima hará que lleguemos a plantearnos que todo nos ocurre porque nos lo merecemos. Nos culpamos y sentimos que nosotros hemos propiciado la aparición de tanto sufrimiento.

Debemos salir del círculo tóxico que supone la repetición de la adaptación autodestructiva. Y para ello necesitamos recuperar la confianza en nosotros mismos. Se trata de ser conscientes de que, como seres humanos, estamos capacitados para salir del bucle y superar esa vida dañina. Además, tenemos la habilidad de reforzarnos tras esa experiencia autodestructiva.