Habitualmente utilizamos los conceptos de autoestima y autoconcepto cuando queremos referirnos a la idea que tenemos acerca de nosotros mismos. Algunas personas encuentran ambos términos muy similares y no les resulta fácil diferenciarlos. La realidad es que ambos poseen significados distintos entre sí. A continuación, vamos a conocer ambos términos para poder usar cada uno correctamente.
Qué es la autoestima
Es el elemento emocional que asociamos al autoconcepto. Se trata de algo emocional que no puede expresarse en palabras. Para que una persona pueda saber más o menos cómo es nuestra estima propia, tendría que hacerse una idea aproximada escuchando lo que tenemos que decir acerca de nuestro autoconcepto. Como vamos observando, ambos elementos están íntimamente relacionados.
Como decíamos, es una respuesta emocional y, como tal, se asocia con la memoria emocional, una memoria implícita (esta se basa en recuerdos inconscientes y adopta forma de estrategias perceptivas o hábitos). Se relaciona con el cerebelo y la amígdala, dos importantes zonas del cerebro.
Constituye la forma en la que nos juzgamos. Es decir, depende de la diferencia que encontremos entre cómo sería el “yo ideal”, según nuestra moral, y cómo somos, según nuestro autoconcepto.
Debido a las características que hemos visto, resulta ser más difícil de modificar. Al estar en la memoria emocional, no responde a la lógica, como sucede con las fobias, por ejemplo.
Qué es el autoconcepto
Se trata del conjunto de creencias e ideas con las que nos hacemos una imagen mental de quiénes y cómo somos. Mediante afirmaciones, como “soy atrevido” o “soy miedoso”, creamos esta imagen. Podemos, si queremos, expresarlo con palabras.
A modo de ejemplo, nos referimos al autoconcepto cuando decimos aquellas cosas sobre nosotros que nos gustan o nos desagradan.
En cuanto a la memoria, a diferencia de la autoestima, el autoconcepto se asocia con la memoria explícita (la que se encarga del almacenamiento de hechos generales y sucesos concretos), la cual se relaciona con el hipocampo y determinadas zonas de la corteza cerebral, las zonas de corteza asociativa.
El autoconcepto está fuera de juicios de valor, a diferencia de lo que sucede con la propia estima.
También encontramos otra diferencia, y es que es más sencillo de cambiar si utilizamos la reestructuración cognitiva. Podemos analizar y encontrar incoherencias o inconsistencias y, tras ello, incorporar creencias racionales sobre lo que somos.
En definitiva, ambos conceptos son muy útiles para comprendernos mejor a nosotros mismos. Es fácil confundirlos, pero esperamos que, con estos apuntes, resulte más clara la imagen sobre cada término. Así, es fácil entender cómo una persona que, aparentemente, sabe que tiene ciertas fortalezas, puede tener una autoestima debilitada. Cada elemento responde a una parte cerebral, a una memoria, y no tienen por qué coincidir exactamente.