La técnica de la tortuga se emplea en niños para la correcta gestión de la impulsividad  y otras emociones relacionadas. Mediante su práctica, los pequeños aprenden a relajarse para ofrecer respuestas emocionales apropiadas ante un estímulo concreto.

Para enseñar esta estrategia, el docente debe conocer muy bien cuáles son los pasos a seguir. De este modo, el menor se aprovechará de todos los beneficios de la misma.

 

¿En qué consiste realmente?

La técnica de la tortuga recibe este nombre porque surge como una analogía al comportamiento de dicho animal cuando se siente amenazado. Como sabes, ante una situación de peligro, la tortuga se esconde dentro de su caparazón para mantenerse a salvo.

De la misma manera, el niño aprende a adoptar una postura física similar que le ayuda a contener sus emociones negativas de rabia, frustración o nervios. Se trata de un mecanismo de autocontrol que ha demostrado ser muy eficaz en niños de diferentes edades si se aplica adecuadamente.

En situaciones de estrés para el niño, el docente pronuncia la palabra tortuga para que él ponga en práctica este ejercicio. El pequeño ha de encoger su cuerpo, metiendo la cabeza entre sus brazos. En este momento, el profesor le ayuda a relajarse mediante la respiración controlada que conduce a la relajación. Este estado de tranquilidad favorece un clima agradable que disminuye las probabilidades de desencadenar una conducta impulsiva.

Finalmente, el profesor permite al niño solucionar el problema que le ha llevado a aplicar la técnica de la tortuga explicándole maneras alternativas de reaccionar a él.

 

Pasos de la técnica de la tortuga

Aquí te contamos las fases que componen esta práctica:

  1. Presentación de la historia de la tortuga. El docente lee un cuento en el que una tortuga aprende a encogerse en situaciones en las que pierde el control por culpa de sus emociones. Así, los niños se identifican con esta figura e imitan la conducta con el mismo objetivo.
  2. Práctica grupal de la postura. Los niños realizan la postura de la tortuga a través de un dinámico juego.
  3. Ejercicio individual. El profesor se dirige específicamente a cada niño en esta etapa planteándole alguna situación en la que es conveniente usar la técnica de la tortuga como respuesta.
    Además, hace uso del refuerzo positivo para animar a los pequeños a usarla en caso necesario. Las felicitaciones y los aplausos son una buena manera de reforzar este comportamiento.
  4. Respaldo de los compañeros. Los niños deben sentirse parte de un grupo y el apoyo de los otros estudiantes es vital. Contando con la aprobación de sus compañeros, los niños se sentirán más cómodos y animados para desarrollar esta técnica. En realidad, este hecho es determinante para el éxito de la misma entre ellos.
  5. Recompensas. Es necesario recompensar a los niños cuando estos hacen uso de la técnica. Eso sí, el profesor siempre ha de indicar cuándo es el momento idóneo para practicarla individualmente utilizando las contraseñas “tortuga” o “stop”. Los niños aprenderán rápidamente a integrar esta rutina.
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