Hablar en público no es tarea sencilla. Requiere de concentración, conceptos claros, las palabras precisas y mucha calma. Los nervios al hacer una exposición oral son inevitables, pero podemos controlarlos. Justamente para aprender a dominar la ansiedad al exponer nuestras ideas a otros, damos algunos consejos y técnicas concretas.
Los nervios en público
Tener que transmitir un determinado mensaje o información a una audiencia presente (no importa si se trata de un grupo de compañeros de trabajo o de un anfiteatro con aforo completo) genera nerviosismo. Es lógico: el motivo de la charla en público puede ser la presentación de un trabajo final, nuestro último examen de la carrera o la promoción del nuevo producto o servicio de la empresa que nos tiene empleados. La adrenalina hace de las suyas y amenaza, en ocasiones, con malograr el objetivo final, por lo que necesitamos reducir el estrés. Solo así es posible volver a un estado de serenidad que nos permita llevar a cabo nuestra ponencia con la mínima cantidad de errores, con voz calma y pausadamente.
Técnicas para hablar en público sin nervios
Nuestras sugerencias para mantener a raya los nervios en momentos previos a hablar en público.
1. Organizar lo que se dirá
Es elemental organizar el material. Para ello lo mejor es hacer un esquema o mapa conceptual del “esqueleto” de la charla, de modo que no pasaremos por alto ningún ítem.
2. Leer en voz alta
Sirve para practicar el guión de la conferencia y poder anticiparse al momento de nerviosismo. Escucharnos a nosotros mismos nos permite detectar errores y modificarlos a tiempo. Además, es un ensayo en el que podemos probar determinados tonos o pausas al hablar. Resulta positivo también hacerlo frente a un amigo o familiar que, con sinceridad, nos diga si ha entendido todo o no.
3. Respirar hondo antes de empezar y durante la charla
Hacer consciente la respiración es un modo de estar en el momento presente y de mantener a la mente atenta.
4. Hablar despacio
No hay nada peor que escuchar a alguien que habla a toda velocidad. Es contraproducente: los interlocutores no comprenden el mensaje.
5. Continuar a pesar de los fallos
Un signo de que controlamos nuestros nervios es ser capaces de continuar la ponencia tras un olvido o un error. Un tropiezo no es caída. Siempre hay que “levantarse” y seguir.
6. Preparar el rostro y la boca
Hacer algunos ejercicios gestuales resulta muy efectivo para relajar la cara y la mandíbula y enfrentar al público más calmos.
7. Conectar con el público
Es un error no mirar nunca al frente. ¿Por qué? Porque si lo hiciéramos sin proponérnoslo podríamos elevar nuestros nervios al máximo.
Hablar en público es, sin duda, una situación estresante, pero podemos afrontarla con la mente fría y clara. ¡Los nervios no podrán con nosotros! ¡Adelante!