Entre los retos a los que todos los padres deben hacer frente destacan las denominadas rabietas infantiles. Estas son muy típicas hasta los 6 o los 7 años, debido a que los niños a esas edades todavía no saben regular sus emociones. Son inestables y muy sensibles a lo que les rodea, y responden con estas rabietas.

¿Cómo frenar las rabietas infantiles?

Cuando nos enfrentamos a una situación como esta, es posible que nos quedemos paralizados y no sepamos actuar de la mejor forma posible. Por ello, veamos algunos consejos para poder gestionarlas.

– Pegar o gritar a un niño no hará que se tranquilice. De hecho, puede confundirlo más.

– Estar a su lado e intentar comprender su sufrimiento sin mimarle o sin transigir es una de las mejores recomendaciones. Debemos hacerle ver que esa actitud nos impide comprenderle. Lo más importante es la firmeza y no ceder ante sus deseos.

– Analizar la causa de la rabieta y detectar los elementos conflictivos nos ayudará a trabajarlos y a no exponer a los niños a ellos.

– Debemos establecer unos límites claros y explicar qué tipo de conducta esperamos de ellos. Una vez que la pataleta haya pasado, debemos centrarnos en trabajar la expresión de las emociones.

El papel de los adultos

Como adultos, debemos enseñar a los niños a controlar sus emociones. De hecho, la intensidad de algunas de ellas y su regulación posterior dependerá de los intercambios afectivos en la familia. En general, algunas de las medidas que podemos adoptar son las siguientes:

– No pensar que el niño oculta una mala intención. No actúa así para estropearnos la tarde, tan solo lo hace porque no sabe expresar sus sentimientos de un modo menos desproporcionado.

Artículo relacionado  Dinámicas de resolución de conflicto

– Debemos prestar atención a la conducta del menor, pero eso no implica someternos a su voluntad. Hemos de tratar de averiguar qué le hace sentirse así y ayudarle a superar dicha emoción.

– Si nos decantamos por no prestarle atención, será necesario que se lo dejemos claro desde el principio. «Si gritas no hablaré contigo, pero cuando te calmes, ven y lo haremos». Así podremos ayudarle a analizar lo sucedido. Encontraremos su emoción y le ayudaremos a manejarla.

– Regular una emoción no quiere decir que la oculten.

– Usaremos siempre un tono de voz suave para que el niño se tranquilice. No podemos enseñarle a controlarse si no nos controlamos nosotros mismos.

– Si la rabieta ha sido consecuencia de una negativa nuestra, debemos razonársela con un lenguaje claro y sencillo, pero no ceder.

Las rabietas infantiles se pueden gestionar cuando optamos por un modelo educativo democrático donde la firmeza y los límites están claros. Las técnicas para hacer valer la disciplina deben estar basadas en el razonamiento. Si podemos crear espacios de comunicación efectivos, los niños se sentirán queridos y las pataletas dejarán paso a una expresión abierta.